sábado, 22 de septiembre de 2012

SEMANA #11 EN ÁFRICA


Lunes 03 – 09 – 2012  

En ciertas ocasiones no puedo creer cómo los días pasan tan rápido desde que estoy en África. La relatividad del tiempo, sin embargo, hace que los días pasen más lento para aquellos que esperan mi regreso.  Esto es un hecho científico comprobado en los primeros años del siglo XX. Hasta ese momento la gente no sabía que el tiempo era un concepto relativo, y que podía cambiar según condiciones del entorno pero Einstein demostró públicamente que el tiempo depende de la masa y de la velocidad. En la historia de la humanidad nadie había expresado con tanta claridad este hecho anteriormente. Con sólo algunas  excepciones:
“Un día con tu Señor es como mil años de los que contáis”
Corán
"Porque mil años son para ti como un día"
Biblia
¿Es pura casualidad que dos libros escritos en diferente idioma pero inspirados en la existencia de algo más grande, mencionen entre sus páginas el mismo concepto? No lo creo. Cuando las personas dicen que la ciencia y la religión son como el agua y el aceite están equivocadas. Es la interpretación literal de lo que se esconde en las sagradas escrituras lo que ha llevado a cometer grandes errores. Pero este es tema para otro día.

Es temprano. Me levanto de la cama y comienza un nuevo día sin apremio, porque estoy en casa trabajando en un nuevo informe para Africa Dream que me tiene ocupado toda la mañana ya que lo estoy escribiendo en inglés y me toma mucho más tiempo que lo habitual. Cuando ya es mediodía salgo de mi autoexilio doméstico y camino por las calles de Kisumu en dirección al banco dónde debo retirar el dinero correspondiente al arriendo de este mes. En la calle principal, un pequeño grupo de personas con carteles interrumpe el tráfico caminando lentamente en la dirección contraria. Probablemente se dirigen al edificio del Consejo Municipal. La protesta se desarrolla sin inconvenientes pero recuerdo los incidentes de la semana anterior y decido volver a casa porque la idea de tener que volver a caminar entre bombas lacrimógenas no me parece para nada agradable.

Los profesores en huelga. Suelen cantar y bailar mientras marchan.

En la noche, mientras comemos con la familia de Shahiz, en la televisión, el noticiario muestra imágenes sobre la marcha de hoy en la mañana. Se trata de los profesores que están presionando al gobierno para obtener un aumento de salario  “Las protestas se prolongarán toda la semana, ha dicho el vocero Wilson Sossion” recita la bella lectora de noticias y luego cambia a otro tema sin borrar la sonrisa de su rostro.

Martes 04 – 09 – 2012  

Es Martes y voy a Rota. En el camino me siguen dos pequeños, al parecer son hermanos y aunque me acompañan durante todo el camino, guardan una distancia prudente. Entonces, cuando ya casi llego me doy vuelta y comienzo a corretearlos mientras sus risitas nerviosas rompen el silencio en medio del campo a esas horas de la mañana.

Los hermanitos que me siguieron hoy en la mañana.
En el dispensario me dicen que Winifred no vendrá esta semana a trabajar y cuando me entero de la noticias suspiro y luego de exhalar todo el aire de mis pulmones resignado parte un nuevo día de trabajo ¡Qué manera de comenzar el día!

En la mañana los pacientes del Programa de VIH/SIDA esperan su turno mientras voy chequeando uno a uno como se encuentran. Entre ellos está Phanice, Everlyne y Helida.

Phanice tiene 24 años y se enteró que estaba contagiada a los 19  cuando esperaba a su primer hijo, el que murió poco después de nacer. No es muy regular en los controles y cuando le pregunto por los preservativos que mensualmente le entrega el dispensario, con una indiferencia de hielo mueve la cabeza de un lado a otro en señal de negación y agrega algo que no entiendo y entonces miro a Banter quién está traduciendo para mí y a juzgar por la expresión de su rostro no tiene buenas noticias “Está embarazada hace tres meses”. La miro y me quedo helado “¿Qué hacemos ahora?” le pregunto y Banter me orienta para que la ingresemos a los controles de salud para seguir de cerca el embarazo.

Everlyne tiene 12 años y desde que es muy pequeña se controla en el Programa de VIH/SIDA. Es muy ordenada con sus medicamentos y acude a todos los chequeos pero lo hace sola, su madre falleció cuando ella todavía no aprendía a caminar. Everlyne se mantiene en buenas condiciones y cuando la veo pienso en Joyline, que tiene casi la misma edad y lleva meses en una cama de hospital “¿Cómo se encontrará?”.

Helida tiene 52 años y viene como siempre puntualmente el primer Martes de cada mes a controlarse y retirar los medicamentos que mantienen al virus indetectable en su sangre. Pero cuando le pregunto “¿Hay algo que le moleste Helida?” luego de un largo silencio me dice “Doctor hace tres meses que tengo un dolor en el costado izquierdo y vómitos casi todos los días ¿Podría examinarme?” entonces la ayudo a recostarse en la camilla y cuando toco su abdomen me doy cuenta de que tiene una masa dura en el costado izquierdo y entonces medito bien mis palabras “Hélida, tienes una masa dentro de tu cuerpo y debes ir al hospital para que los médicos vean de qué se trata” y ella resignada me dice “Doctor sólo necesito algo para el dolor y los vómitos que no importa lo que tenga, no tengo dinero para pagar el hospital” así que mientras le prescribo algo para sus molestias pienso que no tiene caso, probablemente ni siquiera tiene dinero para comprar los medicamentos que le estoy recentando.

El resto del día los pacientes llegan y comienzan a agruparse en la pequeña salita de espera y cada vez que salgo a llamar a alguien veo que en lugar de disminuir en número, aumentan y cuando ya son más de las tres de la tarde termino y mi estómago ruge por algo de alimento.

En la noche el agradable olor de la carne asada se cuela por las ventanas de mi casa y me envuelve. Entonces escucho a Shahiz que desde el patio trasero me grita “Hey Jose, ven a comer nyama choma de cordero con nosotros” y acepto sin pensarlo dos veces. El nyama choma no es otra cosa que carne a la parrilla y me acerco al fuego para ver cómo preparan la carne  y mientras observo a Shahiz coger los trozos de cordero y pincelarlos con un líquido de color ambarino le pregunto intrigado “¿Qué es eso?” y con cara de circunstancia me responde “Con esto sazonamos la carne. Tiene limón, ajo, pimienta y pimentón rojo” y cuando pruebo el primer trozo, aunque sabroso, sigo pensando que no existe nada mejor que el cordero magallánico. Así termino el día compartiendo un rico asado.

Nyama Choma.


Miércoles 05 – 09 – 2012 

Es un nuevo día. Me cuesta trabajo salir de la cama y mi cuerpo está más cansado que de costumbre. Supongo que asumir tantas responsabilidades es pesado, sobretodo cuando no tienes nadie con quién compartir la carga.  Caminando a Rota pienso en esto y en cómo hoy no voy a poder cumplir con tantas obligaciones ¿Cómo se supone que debo ver a todos los pacientes en el Programa de Nutrición y en el Programa de VIH/SIDA? Es imposible ver a tanta gente en una mañana sin ayuda y me siento derrotado antes de comenzar el día.

Cuando estoy entrando en Rota el sol se esconde tras las espesas nubes grises y a los segundos se desata una gran tormenta. Entonces, mientras corro para protegerme de la lluvia pienso que tal vez no sea un día tan ocupado después de todo. Sin embargo, en el dispensario, a pesar del aguacero, los niños del Programa de Nutrición llegan sin excepciones, aunque más temprano que de costumbre y  mientras voy evaluando cada caso Rebecca, la asistente social que trabaja para el Programa de VIH/SIDA, me va arrojando las fichas de los pacientes encima del escritorio “Tienes trabajo al frente, que no se te olvide porque los pacientes están esperando” y la miro con incredulidad y le digo “Cuando tengas otra ficha me la entregas en la mano por favor” y luego me muerdo los labios antes de decirle lo que estoy pensando y entonces, malhumorado y murmurando en español aparece John y como siempre me alegra la mañana.

Para mí todos los pacientes del programa son importantes, pero siempre uno tiene sus predilectos y John es uno de ellos. Con sus nueve años es el paciente en control más grande del Programa de Nutrición. Como es grande no puedo pesarlo en la pequeña balanza sobre mi escritorio y salimos en medio del temporal porque hay que ir hasta el otro recinto para usar la balanza para los adultos y entonces me doy cuenta de que el pequeño va descalzo y lo tomo en mis brazos y juntos corremos bajo la lluvia y llegamos al otro lado mojados y muertos de la risa. Cuando se sube a la balanza recuerdo cómo hace un mes pesaba tan sólo 15 kilos y hoy ya son 17 y me llena de felicidad ver que cada semana va mejorando.


John en mis brazos
Cuando vuelvo al otro recinto y me encuentro con cuatro nuevas fichas que Rebecca ha puesto sobre el escritorio junto con las otras seis caigo en cuenta que me es imposible hacer todo esto sin ayuda. Entonces hablo con Jennifer “Necesito que alguien se haga cargo del Programa de Nutrición mientras voy a ver a los demás pacientes” le comento y ella rápidamente interrumpe las conversaciones habituales de Anne y Rebecca y las pone a trabajar con los pequeños.

El resto del día me lo paso atendiendo enfermos y controlando a los pacientes del Programa de VIH/SIDA y cuando ya no queda nadie más son cerca de las cinco de la tarde, sin embargo, he estado tan ocupado que ni siquiera he sentido deseos de comer.

Por la tarde y una vez en casa me doy un merecido descanso luego de otro día de trabajo y pienso que esta es, tal vez, la semana más ocupada que he tenido desde que llegué a Kenya.

Jueves 06 – 09 – 2012 

Hoy me levanto temprano y paso por el KDH para avisar que no me quedaré para la ronda clínica porque tengo una reunión en la ciudad y necesito coordinar la renovación de mi pasaporte pero antes de dejar el hospital paso a ver a Joyline. La pequeña se encuentra sola acostada en su cama “¿Dónde está la madre?” le pregunto a la enfermera encargada de la tercera sala y me explica que la mujer se encuentra hospitalizada en el Ward 4 en dónde las matronas están asistiendo su trabajo de parto que se ha complicado.

Cuando dejo el KDH me quedo con la imagen de Joyline sola y enferma en su cama y mientras camino por el parque bajo la refrescante sombra de las grandes acacias pienso que tal vez muchos niños encerrados entre las frías murallas de concreto del hospital nunca volverán a sentir la brisa fresca de la mañana sobre sus rostros ¡Que injusto!

Jomo Kenyatta Park

Cuando llego a Roof Top aún es temprano, así que mientras espero a Silas ordeno una botella de agua y aprovecho mi tiempo escribiendo. Nuestra reunión es al mediodía pero los africanos no son puntuales y cuando ya han transcurrido casi 60 minutos desde la hora previamente acordada no me sorprende verlo aparecer sonriente como si nada hubiese ocurrido y resignado le devuelvo la sonrisa. No tiene caso hablarle de la importancia de la puntualidad porque aquí en África el tiempo corre a otro ritmo. La reunión es breve pero muy provechosa. Hablamos acerca de la renovación de la VISA que se encuentra por vencer y me da todas las instrucciones para poder hacer los trámites la próxima semana.

Viernes 07 – 09 – 2012 

Estoy de regreso en el hospital y curiosamente la ronda clínica ha comenzado antes de lo previsto “¿Qué hace la pediatra tan temprano acá?” pregunto entre susurro a los alumnos y me explican que estará ocupada durante la mañana así que sólo ha venido a evaluar los casos más complejos.

Luego de una breve ronda dónde vemos a los pacientes más graves la pediatra se despide y me deja a cargo, así que comienzo mi paseo habitual entre las camas para ver cómo están los pacientes y mi mente está distraída pensando en la tercera sala. Finalmente llego a la cama dónde se encuentra Joyline y está grave. Las últimas dos semanas ha bajado 3 kilos y recién ayer la madre autorizó el inicio de la terapia anti-retroviral para combatir el SIDA que la tiene hospitalizada hace meses con una desnutrición severa pero temo que ya sea demasiado tarde.

Me siento en su cama y luego de pedirle varias veces que beba algo de agua logro que tome asiento con mucha dificultad y en nuestro lenguaje inventado me sonríe porque sabe que ese gesto borrará por unos instantes la preocupación de mi rostro. La nutricionista me trae una botella con agua y le ayudo a beber, sin embargo sólo es capaz de tomar unos sorbos y luego comienza a cerrar sus ojos y me susurra algo “¿Qué es lo que me dice?” le pregunto a la nutricionista y ella me traduce “No quiero comer, sólo quiero dormir". Entonces con cuidado la acuesto en su cama y mientras le acaricio el rostro abre los ojos por un instante y me regala otra sonrisa y mi corazón se agita porque sospecho que será la última vez que lo haga.

Vuelvo a casa en silencio. En mi mente las imágenes de Joyline me asaltan y no se si esté bien apegarme tanto a estos pequeños y entonces recuerdo algo que me escribió Consuelo en la carta que me entregó en el aeropuerto “Déjate sorprender día a día pero trata de no naturalizar las injusticias que comenzarás a conocer” y entonces, en completa libertad, dejo que las lágrimas caigan sobre mi rostro porque sin importar si es lo correcto o no, esta pequeña tocó mi corazón desde el primer día que nos vimos y ahora, injustamente, está luchando por vivir otro día más.

Sábado 08 – 09 – 2012 

Hoy me levanto temprano y voy a ver a Joyline al KDH. La enfermera se sorprende al verme un fin de semana en el hospital y me doy cuenta de que está atenta a mis movimientos mientras finge estar ocupada en sus propios asuntos y yo, que no me doy por enterado, reviso la ficha clínica y me voy directo a la tercera sala y la encuentro acostada y profundamente dormida, su respiración entrecortada aumenta los profundos surcos entre sus costillas y sobre su piel acartonada caminan las moscas en una funesta procesión.

Sentado junto a ella me desgarro en dos partes. Una de ellas sigue en Chile, no viajó conmigo y tiene la esperanza de que Joyline mejore y pueda comenzar a tomar los medicamentos que le permitirán controlar el SIDA pero, la otra parte, aquella que está conmigo en África, sabe que es sólo cuestión de días para que la pequeña muera tirada en esa vieja cama de hospital. Entonces me doy cuenta de la dicotomía y entiendo que es el resultado de encontrarme en medio de dos realidades tan diferentes. Probablemente sea así de ahora en adelante porque me será imposible volver a ver la realidad como una sola después de haber sido testigo de tanto sufrimiento, tanta injusticia.

Me despido de Joyline con un beso en la frente y cuando estoy devolviendo su historial médico al fichero la enfermera se me acerca y visiblemente conmovida me dice “Gracias por venir, significa mucho para ella” y me despido con una sonrisa que, si bien sincera, resulta discordante considerando la situación.

En la tarde voy a Roof Top para utilizar Internet y poder contactarme con mi familia y mis amigos. Lamentablemente al cabo de unos minutos se desata una gran tormenta eléctrica y debo quedarme encerrado en el lugar sin poder salir, pero desde mi celular compruebo que Internet funciona y termino  hablando con mi hermano Juan Cristóbal y mi amiga Constanza y ya no me importa tanto que afuera el aguacero sea de proporciones bíblicas.

Domingo 09 – 09 – 2012 

Es Domingo y dedico la mañana al artículo para el sitio en internet de Africa Dream. Cada dos semanas con Juan Pablo, el voluntario en Sudáfrica, nos turnamos para escribir una pequeña columna para poder colaborar con la difusión de nuestro trabajo acá en África y cuando es mi turno lo hago con mucho entusiasmo.

En la tarde Jay pasa por mi y vamos a “Green Garden” dónde están Agu y los demás como siempre con una cerveza bien helada. Es un buen grupo y siempre están preocupados de que yo no me sienta solo, lo cual estando tan lejos de Chile, es un gran gesto. El único problema es que se olvidan de que yo sólo hablo inglés y español y me es imposible entender el dialecto indio que utilizan así que termino aburrido en un rincón y finalmente tomo el teléfono y llamo a mis padres y conversamos por cerca de media hora y cuando termino de hablar con ellos veo que todos me observan desde la barra del bar con cara de circunstancia “Oye ¿Por qué no estás acá con nosotros?” y yo medio broma y medio en serio les contesto “Porque no hablamos el mismo idioma” y todos se largan a reír y me prometen que hablarán sólo inglés de ahora en adelante y debo decir que cumplieron su promesa, al menos por un par de minutos.

Luego de “Green Garden” vamos a “Al Noor” un restaurante musulmán dónde venden uno de mis platos favoritos: el naan. El naan es una variedad de pan muy popular en el sureste asiático, y muy conocido en India, Afganistán y Pakistán. En general se puede decir que se asemaja bastante al panpita, y al igual que éste se hace usando levadura, pero se agrega a la mezcla leche y yogurt lo que le da mayor volumen y una suave textura. El naan se cuece en un tandoor u horno de barro con forma redondeada y se sirve caliente y untado en mantequilla. En “Al Noor” los venden con ajo y queso fundido ¡Deliciosos!

El Tandoor, el horno redondo y en sus paredes los naan cocinándose.

1 comentario:

  1. Espero que todo marche bien, mucho tiempo sin noticias nuevas, me imagino estas lleno de proyectos y nuevas aventuras, saludos y que estes muy bien!.

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