viernes, 22 de junio de 2012

LA DESPEDIDA


"Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida"
Mario Benedetti


Despedirse nunca es fácil. No importa por cuánto tiempo ni para dónde nos vamos, siempre terminamos dejando "algo" en el lugar de la partida. ¿Por qué nos cuesta tanto mirar por encima del hombro en los segundos finales de la despedida? Supongo que desprendernos de ese "algo" es lo que tanto trabajo nos cuesta. ¿Qué dejamos atrás cuándo damos la espalda hacia el camino recorrido y seguimos adelante?

Con mi familia en Punta Arenas una semana antes de partir
En tan sólo tres días me iré a Kenya y me es imposible no pensar en todo lo que dejo atrás. Este viaje implica desprenderme de mucho. Dejar a mis padres, hermanos y amigos. Dejar mi vida llena de comodidades. Dejar mis miedos, inseguridades y prejuicios. Dejar de recibir para comenzar a entregar. 

Muchas de las cosas que dejo atrás son inevitables: quisiera tener la agudeza de mi madre y la mesura de mi padre, contar con la incansable energía de mis hermanos y con la sonrisa siempre fácil de mis mejores amigos. Algunas otras las dejo atrás porque es necesario para poder avanzar: mi miedo a las turbulencias en los viajes en avión o mi completa ausencia de sentido de la orientación. Pero hay algo que dejo atrás porque se que es lo único que me permitirá seguir adelante: mi corazón repartido entre todas las personas que más quiero. Este último mes ha sido muy emotivo. Es hermoso ver cómo uno va calando en el corazón de otros sin siquiera proponérselo y ver cómo ese amor se refleja en los ojos de quienes lloran tu partida. 

Sin duda la prueba de fuego será antes de subirme al avión pero confiado en la pluma de Benedetti estoy seguro que en el abrazo final, sentiré el calor de la futura bienvenida.

Con mis queridas Loreto y Florencia en el aeropuerto antes de partir a Buenos Aires