LAS VACUNAS
La mayoría de las personas piensa que los médicos tenemos una tolerancia inquebratable frente a todo lo que pueda ser visual, olfativa o sensitivamente desagradable. Me encantaría que así fuera, pero han de saber que es un concepto tan frecuente como errado. No gozamos de inmunidad alguna y la tolerancia que muchos de nosotros mostramos frente a lo que suele provocar el rechazo indiscutido de la mayoría, es más bien propio de la deformación profesional a la que nos somete el mismo ejercicio de la medicina que a la posesión de una virtuosa indiferencia frente a todo lo que sea fuera de lo común.
Las agujas, sin ir más lejos, no son muy populares. No conozco todavía alguien que disfrute del contacto con ellas. Si alguno de ustedes goza con la idea de ser alcanzado por esos obtusos objetos metálicos, está claro que tiene un fetiche y les digo de antemano, que uno particularmente raro.
Una de las primeras preguntas que todos te hacen cuando se enteran que te irás a África es cuántas vacunas tendrás que colocarte. La respuesta no será siempre la misma. Cada país del continente negro posee sus propias características: clima, demografía, historia y otros elementos que van conformando una larga lista dentro de la cuál se incluyen, inevitablemente, las enfermedades. Es ésta lógica la que se impone a la hora de determinar cuántas veces tus extremidades serán blanco de esas agujas. Mi cuerpo, mientras escribo éstas líneas, ha comenzado su propia carrera por producir una serie de anticuerpos que, espero, sirvan para combatir cualquier agente extraño que tenga la intención de invadir alguna de sus millones de células durante mi estadía en Kenya. En total 9 vacunas:
- Vacuna contra la Rabia (3 dosis).
- Vacuna contra el Tétanos (1 dosis).
- Vacuna contra la Hepatitis A y B (1 dosis).
- Vacuna contra la Meningitis A y B (1 dosis).
- Vacuna contra la Fiebre Amarilla (1 dosis).
- Vacuna contra la Poliomielitis (1 dosis).
- Vacuna contra la Fiebre Tifoídea (1 dosis).
Es lamentable, pero la visión extendida que en occidente existe y que ha sido explotada por los medios de comunicación es la del continente africano como sinónimo de enfermedad, pobreza y desesperanza. Así, no resulta extraño entender por qué es una de las inquietudes más frecuentes cuando alguien sabe que viajas a un lugar como Kenya.
El concepto, si bien obedece a una visión occidental negativista, no está del todo alejado de la realidad. Las vacunas se convierten en la primera aproximación real que el voluntario tiene con África. Desde el frío y breve contacto del metal atravezando la piel y encendiendo las miles de terminaciones nerviosas escondidas en el tejido hasta el conocimiento de un sin fin de raras enfermedades que debes evitar contraer, no todas bajo el alero protector de un sistema inmune preparado y alerta: en pleno siglo XXI, la vacuna contra la malaria, sigue esperando ser descubierta.
Recuerdo haber salido del vacunatorio con dos parches, uno en cada brazo y mientras caminaba por la calle en dirección a casa sentí miedo, alegría, dolor, ansiedad y excitación. Todo en una colorida explosión de destellos. Todo esto, pensé, es África. Cada día que pasa, mucho más cerca.